Puede que durante el día vayas como “pollo sin cabeza”; corriendo frenéticamente de un lugar a otro detrás de una lista interminable de responsabilidades.
Puede que cuando te hablan de agregar cualquier cosa a tu día te sientas agobiado de solo pensarlo porque no te entra un alfiler más en la agenda y aún así te sientes agotado y frustrado porque quisieras hacer muchas cosas más que te gustan y tienes postergadas.
Quisieras organizarte mejor pero no encuentras ni tiempo para eso, ni tampoco sabes por donde empezar. Y además, el cansancio solo te deja hacer un poco más de las tareas del hogar y distraerte un poco con alguna película a la noche.
Hace tiempo que quieres volver al gimnasio porque ya te duele el cuerpo o quizá ya debas ir a ver a un masajista o médico porque el cuello y la espalda no te da para más.
Sabes que el ritmo que llevas te está pasando factura en el cuerpo, y también en la mente, porque te cuesta enfocarte, andar sin estresarte y también en tus emociones: porque sientes la ansiedad que llevas desde el momento en que te levantas. por pensar en todo lo que tienes que resolver en el día.
Pero no puedes parar; no puedes (o no quieres) hacer un giro de 180° en tu vida.